La temperatura del vino es uno de los apartados más importantes a tener en cuenta en su servicio. Visto de una forma diferente “un vino servido caliente es literalmente imbebible”
Por ejemplo, un vino tinto, salvo raras excepciones, no se debería servir en ningún caso a más de 18 º C, ni un blanco por encima de 11-13 º C. Por eso la típica frase hecha de que los tintos deben servirse a temperatura ambiente, es falsa.