La vid tiene una condición de planta leñosa perenne y puede vivir o permanecer en el terreno alrededor de unos 100 años, de tal forma que su desarrollo se produce a lo largo de los años siguiendo un ciclo vegetativo que se repite anualmente, aunque su ciclo anual está condicionado en buena medida por el comportamiento y las condiciones de la planta en los ciclos precedentes.