Dedicarse al enoturismo no es vender solo la visita a la bodega, es provocar el deseo de vivir una emoción. Un mismo lugar: Sea una montaña, una bodega, un museo, etc. Puede vivirse de muchas formas diferentes, dependiendo de cada persona o incluso del momento vital en que se encuentre.
A la hora de comercializar los servicios enoturísticos debemos pensar ¿Qué clientes queremos que los disfruten? ¿cómo creemos que los van a disfrutar más? Podemos crear diferentes experiencias enoturísticas