El vino blanco
La gran virtud del vino blanco es su versatilidad, además de que es la opción preferida por los consumidores en todo el mundo, aunque el vino tinto sigue siendo dominante en el mercado.
Llegados los meses estivales, el consumo del vino blanco se dispara porque es una bebida fresca que puede acompañar todas las comidas.
Vino blanco: el compañero ideal
En la época romana, los viticultores practicaban el tipo de viticultura de los griegos y en esa producción ya se incluía el vino blanco. Actualmente, son muchos los países productores de vino blanco, principalmente en Europa, América y Oceanía.
El vino blanco se produce por la fermentación alcohólica de la pulpa no coloreada de uvas que pueden ser tanto blancas como negras, porque es el único vino que se puede elaborar con cualquier tipo de uva, con independencia de su color.
La calidad de los vinos blancos deriva de cuatro ingredientes importantes como son la uva, el clima, el suelo y la elaboración. La composición de este grupo de elementos brinda una amplia variedad de matices que diferencian a un vino de otro, además de a las bodegas y las añadas.
Los vinos blancos tienen una mayor acidez que los tintos y una textura más sólida
Las diferentes variedades de los vinos blancos las ofrece la procedencia de las cepas existentes al igual que las diferentes técnicas de elaboración que se emplean para su realización, pero también de la relación de azúcar residual.
Por ejemplo, el azúcar residual de un vino blanco seco es inferior a 5 gramos/litro; a diferencia del vino blanco dulce, que el azúcar residual existente es de 50 gramos/litro.
Pero ¿Cuáles son las diferencias más visibles que tiene el vino blanco con el vino tinto?
Entre las diferencias más acusadas se encuentran la fermentación, la temperatura de maceración, los tatinos y el cuerpo de los vinos.
La gran virtud del vino blanco es su versatilidad, además de que es la opción preferida por los consumidores en todo el mundo, aunque el vino tinto sigue siendo dominante en el mercado.
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